Los padres pierden entre 400 y 750 horas de sueño durante el primer año de vida de sus hijos, afirmaron especialistas que precisaron que un 37% de los niños argentinos padece algún trastorno o problema para dormir.
“Los trastornos del sueño provocan que los niños se despierten con frecuencia durante la noche, alterando así su rutina habitual. Los motivos pueden ser varios, entre ellos necesidades fisiológicas, búsqueda de atención, terrores nocturnos, pesadillas o sonambulismo”, explicó Julio Busaniche, médico pediatra del Hospital Italiano, a Télam.
El especialista indicó que esos problemas “son muy frecuentes y esperables durante los primeros meses de vida”, y que luego “las rutinas y el tipo de vínculo con los padres juegan un papel importante en la generación y perpetuación de esos problemas”.
“La vida diurna presenta problemáticas y estresores que pueden angustiar a los niños, que descargan durante la noche según el contexto familiar en que se viva”, detalló.
Por su parte Pascual Baran Cegla, médico de familia del Hospital Italiano, señaló que se estima que el 50% de los niños del mundo sufre algún trastorno del sueño, y que el 40% de ellos son casos “severos”.
“Asimismo, hay trabajos en la Argentina que mostraron que el 37% de los niños padece esos trastornos, mientras que el 40% de ellos presenta como causas más frecuentes el miedo a dormir solo, las pesadillas y los terrores nocturnos”, detalló en diálogo con esta agencia.
El médico agregó que el colecho, es decir, la práctica de que el bebé duerma en la misma cama que los padres, se asocia también a una mayor frecuencia de trastornos del sueño.
“En general se dice que un lactante debe dormir 15 horas diarias, un niño en edad escolar 10 horas diarias y un adolescente entre ocho y 10 horas diarias. Según el tipo de trastorno que se presente, pueden perder hasta dos horas de sueño por noche si los despertares son frecuentes”, comentó.
Y agregó: “Otro dato interesante es que los padres también pierden horas de sueño: se dice que durante el primer año de vida de los hijos pierden entre 400 y 750 horas de descanso”.
Consultado sobre cómo tratar esos trastornos, Busaniche apuntó que “debe haber cambios conductuales progresivos”, que se logran “creando rutinas y hábitos saludables”.
“Decidir y señalar el momento preciso para acostarse, establecer rituales que den seguridad o se repitan cada día, como leer un cuento o abrazar el muñeco preferido pueden ayudar, pero hay que saber poner el punto final, sin alargar ese momento”, advirtió.
Y Baran Cegla completó: “También se deben evitar las actividades o juegos demasiado excitantes y activos antes de acostarse, porque perjudicarán el buen descanso del niño”.
Sobre el momento adecuado para consultar a un especialista, el médico indicó que “el límite es cuando el padre siente que existe un problema que no puede manejar”.
“Si un niño ronca durante un tiempo prolongado o hay signos diurnos como cansancio excesivo, tendencia al sueño o irritabilidad, se puede hacer una consulta con un profesional”, detalló.
Y concluyó: “Hay que tener en cuenta que la mayoría de estos trastornos son transitorios, por lo que si los padres ven que el problema se alarga en el tiempo, habría que hacer otro tipo de consulta”.